En nuestro colegio, la psicomotricidad es mucho más que movimiento. Es un espacio donde los niños y niñas descubren lo que son capaces de lograr, se atreven a superar desafíos y van ganando confianza en sí mismos. Cada juego, circuito o actividad se convierte en una oportunidad para conocerse, aprender y crecer con alegría.
Lo hemos visto en experiencias muy bonitas, como cuando los estudiantes aprendieron una coreografía para grabar un video. Al comienzo había timidez y dudas, pero poco a poco se animaron, practicaron y terminaron bailando con seguridad y entusiasmo. ¡El resultado fue un verdadero impulso a su autoestima y a la confianza frente a sus compañeros!
La psicomotricidad también enseña a relacionarse mejor con los demás. Los niños aprenden a escuchar, compartir y trabajar en equipo. Un ejemplo especial ocurrió cuando organizaron circuitos de juegos para cursos más pequeños: se distribuyeron tareas, se apoyaron mutuamente y disfrutaron viendo la alegría de los más chicos. Fue un verdadero aprendizaje de cooperación y solidaridad.
Además, este taller favorece el desarrollo del cerebro, ya que al mismo tiempo que corren, saltan o resuelven un desafío, están ejercitando la memoria, la concentración, la planificación y hasta la creatividad. Sin darse cuenta, juegan y aprenden habilidades que les servirán para toda la vida.
La psicomotricidad en nuestro colegio, es una experiencia que transforma, les permite expresarse, confiar en sus capacidades, fortalecer su autoestima y disfrutar del aprendizaje de manera integral, viviendo cada logro como un paso más hacia su desarrollo personal y escolar.






