Hoy, nuestros estudiantes vivieron una experiencia única y profunda, un momento de adoración al Santísimo. Desde los más pequeños hasta los mayores, cada curso tuvo su espacio para el silencio, para mirar a Jesús y hablarle desde el corazón.
Durante esta jornada, se expresaron a través de dibujos, cartas y gestos sencillos pero llenos de fe. Fue hermoso ver cómo, en medio de su rutina diaria, hicieron una pausa para conectarse con lo más profundo de sí mismos y cultivar su espiritualidad.
Como comunidad educativa, creemos que estos espacios también forman: forman el alma, el corazón y la capacidad de mirar la vida con calma y esperanza.
Agradecemos la confianza que depositan en nosotros, porque crecer en lo académico es fundamental, pero crecer en lo humano y en la fe es aún más valioso.